La gran Madre MONAXIALa primera en ser llamada a la existencia, fue la Diosa Monaxia; pero no quería ser la única en el universo. Se sentía sola y triste, en mundo poblado de aullidos, vasto espacio desolado...
Pensó que sería bueno, tener con quien jugar, conversar, compartir todo lo maravilloso que poseía. Fue así como sacó parte de sus entrañas, y de ellas creo, unos seres especiales a los que llamó “Dobutsu”, porque estaban a servicio de los demás seres; servirían para su compañía, además, eran tan extraordinarios estos seres, que eran capaces de donar su vida, sirviendo de alimento para que otros pudieran seguir existiendo. Les dio la capacidad de reproducirse, para que siempre estuvieran acompañando al resto de lo que sería su creación. En medio de tanto espacio, creo un lugar ideal para el desarrollo de estos seres, con plantas que le sirviera de alimento a la gran mayoría y agua para que se renovaran después de un largo tiempo. Pensó igual que deberían reponer sus fuerzas y para ello creó dos faros; uno radiante como la más grande lumbrera que pueda existir y otro, más pequeño, para que no se sintieran desamparados y al pasar un tiempo y otro tiempo, ellos sabrían el momento indicado para descansar. Después de reflexionar, se dijo para sus adentro: solo me falta alguien lo más parecido a mí, que cuide de todo lo que he realizado como obra maravillosa, un ser con quien conversar, un espécimen que me entienda y todo esto será su mayor riqueza. Se decidió crear entonces a los Hitobito que unidos a las Onnà serían las parejas perfectas. Tomando pues, parte de su corazón, los hizo como una fiel copia de ella; sabiendo que juntos, Hitobito y Onná, se ayudarían entre sí y cuidarían de todo lo que se les había entregado. Fue así como Monaxia, la gran madre de todo lo existente, encontró lo que buscaba, vencer la soledad y tener con quien compartir lo que ella era. Autora: Noleida
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AutorNEANCABE Archivos
Septiembre 2020
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